QUIEN SIEMBRA RECOGE.


"Entre grama y terrón se siembra el buen melón" (Refranero español)


¿Cuántas veces hemos oído o incluso utilizado este dicho de "quien siembra recoge"? Cierto es que para bien o para mal, la relatividad del modo en que la usamos dará como resultado la cosecha. 

En el tema de la fe y la evangelización... Es tremendamente relativo. Desde mi punto de vista, uno siembra, porque se pone al servicio, pero no tiene porque ser quien más tarde coseche. Aún así, cuando evangelizas con tus actos, con tu modo de vida, tienes pequeños adelantos de esas cosechas que tal vez nunca te toque recoger. Pero Dios se encarga de darte esa primicia de degustación de lo que será el resultado final. Ayer tuve la oportunidad de comprobarlo y hoy también. 

Cuando conoces a Dios, verte en Él provoca un cambio en ti. Aunque a veces ni siquiera uno sea consciente, los demás si lo serán. 
Lo verán en tus obras. 
No hay que ser un buen predicador para que la gente se convierta, hay que ser un buen testigo de lo que Dios hace con nosotros. 
La palabra es necesaria, el ejemplo indispensable para testimoniar. 
Cuando te has sentido amado por Jesucristo, te impregnas de ese sentimiento y vas impregnando casi sin darte cuenta a los demás. El amor no se impone, el amor se dona. Partiendo de ese hecho, evangelizar con obras es tan sencillo como respirar. A no ser que haya inconvenientes ajenos que nos lo imposibiliten como un asma o una bronquitis, valga como alegoría.

Ayer salí tardísimo del trabajo.
Tenía a Ana llorando y no podía irme y dejarla así. Estuve consolándola y al salir vi que no iba a llegar a bus. Empecé a correr. Ni cien metros, la debilidad física hizo acto de presencia. Ya había tenido esa misma mañana problemas al levantar a la abuelita. Pues me mareé al hacer el esfuerzo de levantarla a pulso sola y mantenerla sostenida hasta que ella por si sola se puede sostener. Al llegar a la primera esquina el instinto me dijo: "pasa de correr, llama a Pepe que venga y te recoja con el coche". Miré el reloj, podía llegar, siempre tan cabezona. Al final de la siguiente calle veo el bus llegando a la parada donde yo debía cogerlo, y nos separan más de doscientos metros... Imposible. 
Me vuelvo y sigo corriendo rodeando dos manzanas más para salir de frente en la siguiente parada, que aunque no es de esa linea, pero se que pasará por ahí porque el centro está cortado y lleva días con el recorrido cambiado. Justo en el momento que bordeo la siguiente esquina, soy consciente que no voy a llegar. El suelo se levanta, los edificios empiezan a oscilar, me mareo, tanto que apenas advierto lo que me tiemblan las piernas y las manos hasta que intento sacar el móvil del bolsillo para llamar a Pepe, demasiado tarde comprendo que no puedo.
-Dios no permitas que suceda, ahora no.
Creo que llegué a decirlo en voz alta, no estoy segura, porque me dejé caer sobre la pared de costado intentando mantenerme en pie. Creo que fueron segundos, intenté dejarme caer para sentarme en la acera antes de dar el "sacramentazo" final en mitad de la calle. Pensando estaba como hacerlo para no darlo cuando empecé a sentir pitidos, no sabia si era yo, o conmigo, pero sabía que estaba en la acera, así que no estaba estorbando. No podía ir conmigo.

Entonces unas manos me agarran del brazo.
¿Pecosa estas bien?
Para mi sorpresa es uno de los chicos nuevos de la linea de autobuses. Me pregunta si voy a la parada y me dice que me vaya con el hasta la principal y allí haga el transbordo a la linea 4. Y pienso justo en ese momento mientras me siento segura sostenida por esas manos fuertes: "Dios existe, esto no es ninguna jodida casualidad". Y es que cada vez que de verdad me encuentro al límite de algo que es más grande que yo, Dios pone en mi camino algún buen Cirineo que me sostiene y me lleva. 

Pero ahí no queda la cosa, la segunda parte de esta historia ha sucedido hoy. 

Mira, a veces en el terreno más abrupto es donde mejores productos se recogen después de una siembra y un buen cultivo. Como pasa con los melones, ya lo dice el refranero español: entre grama y terrón se siembra el buen melón.
No es fácil sembrar amor en nuestros días, ser educado con los demás cuando el otro te empuja en la cola, se cruza por delante tuya cortando el paso. Saludar después de quince horas de trabajo, cuando no has pegado un ojo y vienes de mala leche para arriba con el ánimo revuelto. O cuando no has descansado nada durante el día y vas de vuelta a las nueve y media de la tarde para el curro otra vez sin saber si podrás dar una cabezada durante la noche.

Yo cojo el bus dos veces al día, suelen ser los mismos conductores, ellos no tienen culpa, están haciendo su trabajo y también van jodidos, igual o peor que una. Siempre les regalo la mejor de mis sonrisas. Después de año y medio largo, las personas entablamos una relación ya no solo cortes, también un poco de complicidad. El chico que me recogió ayer es muy guasón y entre bromas mientras le agradecía verbalmente que se detuviera cortando el trafico y exponiéndose a una sanción por recogerme, me dijo: "sabía que algo te pasaba "namas" verte tan sería, no podía seguir sin ver que te ocurría. ¿Y si te mueres y a mi me renuevan el contrato, quién me va a traer los flahs y las botellitas de agua congelada en verano? Hay que ser muy gilipollas pecosa".

Curioso, nunca me he parado a pensarlo. Él es de los que me dan la botella de agua que meto al congelador por la noche con la mía y saco cuando salgo de trabajar para soportar en verano las altas temperaturas en Sevilla. A veces me compro un flash, y pillo otro para el chófer, o con algunos que tengo más confianza, pido dos cañitas y les doy un chute de mi propia granizada. No hago eso por que ser buena persona, ojo, lo hago porque se lo mal que van trabajando y en las condiciones que lo hacen y pienso que a mi me gustaría que tuvieran detalles conmigo de estar en su posición. Sobre todo esos detalles que apenas cuestan ningún esfuerzo. 

Pues anoche cuando voy de vuelta ya para el curro, cuando llega el bus a la parada y se abre la puerta viene Jhonatan conduciendo "hombre, la alegría de la huerta. Miarma, ¿qué te ha pasado esta mañana que me he enterado que un poquito más y tenemos que ir a por ti hoy al Valme (el hospital provincial)"
De noche en esta linea casi siempre voy sola con el chófer, y me siento con él y vamos charlando. Como no se suba nadie, al dejarme a mi ya se vuelven a la nave sin terminar el recorrido porque después de la mía solo quedan dos paradas más para finalizar y están en el mismo centro. Pues al llegar a donde yo me bajo me dice que no me levante que me va a dejar más cerca de mi trabajo y me lleva desviándose. Y me vino muy bien, porque anoche hacía un frío que te cagabas y me dejó a cien metros de la puerta de mi trabajo.

Pero ahí no queda la cosa. 
Cuando hoy salgo de currar y me subo al bus, Luis el chófer de hoy que también hace tiempo que nos conocemos me saluda al subir así: "vaya, vaya, la que tienes lía niña... Como tu "mario" se entere no te va a dejar venir más sola a trabajar". Me hace tanta gracia que le respondo: "mejor que no me deje trabajar". Pienso que es porque se ha enterado de lo de ayer que me he puesto indispuesta, igual que la noche antes se había enterado Jhonatan. Pero no me lo decía por eso. Al llegar a la parada principal, de la cual salen a su hora establecida cada linea, la linea 4 suele esperar unos veinte minutos por lo que coincide en la misma parada con otros autobuses urbanos. Bueno pues los chicos uno por uno, según llegaban han ido pasando, subiendo al L4 para decirme alguna chorradita. Y eso... bueno, eso me ha conmovido. Para ellos soy la pecosa, la chica del portátil, la señora del cuero, la niña, la mujer de los chicles... En fin... Que cuesta tan poco ser un poquito generoso con los demás y a veces hasta recoge uno. 

Y entonces es el momento de aprovechar para seguir sembrando. A mi me ha pasado hoy. Porque con cada muestra de cariño que he recibido por parte de ellos he visto la oportunidad de dar testimonio de Alguien más grande que esos pequeños detalles por los cuales ellos me reconocen. Poder decirle a cada uno que detrás de la botellita de agua congelada, los flahs, los caramelos, los chistes, las sonrisas, las bromas, las palabras de aliento llueva, haga frío o vayamos "achicharraos". Detrás de esos cuarenta minutos de contacto que tenemos al día no solo estoy yo, poder decir: Sonrío por que Jesucristo me alienta a hacerlo con su sonrisa y la tuya, te doy de mi granizada por que Jesucristo me da de su Espíritu Santo cuanto más me quema mi pecado, te cuento un chiste cuando te veo serio por que Jesucristo me llama amiga cuando me ve triste y se queda a mi lado... 

No hace falta hacer un máster en teología para entender a Dios y darlo a conocer a los demás.  Basta con que le sientas dentro de ti, a tu lado y de lo que estás recibiendo de Él compartas. 

Mira, Dios es el Único que sin que siembres, te dará la cosecha de antemano. 
Así de sencillo, le dará la gana y te amará y el resto...
Ya... es cosa tuya, tanto si quieres seguir sembrando o quedarte en donde estabas antes y perder un tiempo precioso.

Él siempre es el primero en sembrar en ti.




Comentarios