VOCES.




"La sabiduría no es otra cosa que la medida del espíritu, es decir, la que nivela al espíritu para que no se extralimite ni se estreche". San Agustín. 



Esas voces siempre estuvieron en mi cabeza. Desde pequeña. Hubo tiempos en los que pensé que era el producto de un gran mundo interior.
Pero cuando se alinean con los acontecimientos y empiezas a comprobar que no siguen pautas de casualidad y que coinciden dando sentido a diferentes manifestaciones y acontecimientos es cuando te das realmente cuenta que eres diferente. Y entonces puede que te pase como a mi. Durante años tuve miedo. Podía presentir a través de ellas los acontecimientos futuros. Pero me sentía tan asustada que hasta mi pre adolescencia no fui capaz de hablar con nadie de ello. Fue a mi abuela a quien se lo confesé por primera vez. Y su modo de escucharme, con tanta normalidad, fue un alivio. Ella decía que era una Gracia, un don que Dios da a algunas personas para tener conciencia de la vida del espíritu. Entonces no la llegué a comprender muy bien. Pero sus pautas, sus consejos, y el modo de enfrentarlo junto a mi en aquella etapa, fue esencial en los años venideros.

Siempre he tratado este tema con mucho respeto, jamás lo he hablado con nadie a la ligera. Ni siquiera en los últimos años que tan de moda está todo el tema espiritual, tipo nueva era, reiki y demás. Mi abuela siempre me decía: "no entables nunca dialogo con esas voces, no las temas, Dios lo permite siempre, nada pueden hacerte. Pero utiliza siempre la ventaja de escucharlas para hacer el bien". Y siempre he seguido sus consejos al respecto. He vivido experiencias que me han llevado a probarme en muchos aspectos incluidos los de la fe. Quizás algún día me decida a hablar de ello, y os comparta algunas. La última experiencia la estoy viendo in situ, pero me rijo por mi modo de afrontarlo de siempre. Con medida, respecto y pidiendo a Dios ayuda para entender que quiere de mi con ello. (Esto lo digo para tí que lees, no se si es él, pero mi experiencia en acontecimientos anteriores así me hace pensarlo) Rezaré y pediré al Espíritu Santo sabiduría para discernir esta situación.

Lo que quería contar hoy es lo que me ha pasado en misa. Perdón por desviarme un poco de la historia. 
Hoy en misa de niños, con esto del puente y las fiestas la mayoría de los niños han faltado. Yo he cambiado la catequesis de los viernes al domingo antes de misa para de ese modo poder asistir con mis niños todos juntos a la mejor fiesta de la semana.
Y sí, hoy ha sido una verdadera fiesta. Para mí, una experiencia que me ha llenado de plenitud. 

No me preguntes como suenan esas voces, yo no se como explicar su sonido, su color, su peso. Pero se diferenciarlas. También por como hablan. Aunque hay que tener mucho cuidado con los ángeles caídos, nadie como ellos para hacer un personaje. Si se presentasen a los Oscar se llevaban todas las estatuillas.
Los ángeles, los custodios, son tan especiales. No he tenido muchas experiencias, seré franca, pero si he oído a algunos, además de la risa del mio...Como yo llamo a su dialecto. Hoy en misa ha sido una fiesta plena, espiritual al máximo. Donde he tenido la inmensa fortuna de escuchar a más de uno a la vez. Y a ninguno de los malos, que también se meten en mitad del banco y no callan despistándote para que te pierdas lo más posible en la celebración.  

Los peques de catequesis de comunión. Se sentaron en los bancos de la izquierda con Raquel y Mari las otras catequistas, para salir a leer y a peticiones. Unos diez. En el lado derecho había seis niños, mi Lucy y yo. En el banco de delante Lucy con tres chicos de comunión, en el de detrás yo con los tres de mi grupo que han asistido hoy. Si en un banco lleno de niños es difícil que aguanten quietos una misa entera... Uff... Imagina en uno vacío. Hay que risa, el hermanillo pequeño de uno de los chicos hasta se columpiaba sobre el respaldar del reclinatorio del primer banco. Mi Lucy perdiendo la paciencia con los tres para controlarlos. Y yo terminé sentándome en medio de los míos. El cura desde el altar con el entrecejo algo fruncido, viendo lo mal que se estaban portando los chicos. En el lado contrario de los bancos, las otras dos catequistas con una situación parecida. A mi personalmente me hace mucha gracia, bueno, no exactamente gracia de cachondeo, es que comprendo que son niños, y que no pueden estar sentados. Jolin, si con el frío que tenia yo, era incapaz de calentar el banco y tener el culo pegado. Menos los chicos. Ni quietos ni callados. Y en mitad de esa situación le escucho a él. 

A mi ángel que se ríe. Le digo: no empieces tú también. 
Y se ríe con más ganas. 
Es difícil explicar esto para mi que no se de teología, yo solo se como suena su risa, su voz. Ellos no tienen sentido del humor como lo percibimos nosotros, pero disfrutan a su manera, una que yo no llego a comprender pero si sentir. Y de pronto... El cuchicheo se hizo mayor.

Voces, con colores y tonos diferentes, risas alguna más que la de mi ángel. El corazón me empieza a latir muy fuerte, lo siento palpitando en mi garganta y en mis sienes, me suele pasar cuando tengo alguna experiencia así, tan fuerte me late el corazón que a veces me cuesta hasta respirar. Y luego una gran paz.  
Pero esos cuchicheos seguían, podía identificar su dialecto, lo que decían. Hablaban entre ellos, comentaban lo que yo estaba viendo y se sentían como yo, o yo como ellos, no se. Estaban felices.  Y en el momento de la consagración, un silencio sepultural. En los cantos, cantaban, unos los propios cantos, otros pronunciaban una especie de notas musicales y en esa mezcla de voces, palabras que no llegué a comprender... Ha sido... Impresionante. 

Hubo un momento en que me sentí a un nivel de total gratitud. Que casi me creí en el mismo cielo. Y pude sentir otras presencias, pero ellos estaban en silencio riguroso, viviendo también la eucaristía. Y entonces siendo consciente de todo esa situación, me siento la persona más miserable de todos los presentes y es entonces cuando le escucho a Él. La voz de mi Amado. Esa no tiene ningún parecido que se le aproxime, ningún imitador. 
Y me dice: "Sonríe. Te amo. Lo hago porque te quiero, se lo que hay en tu corazón, se que me amas y no quiero perderte. Eres mía, y por eso lo hago, no te cedo a nadie. Ni siquiera a tu pecado." 
Y ya no se si reír, si llorar o si dar saltos. Me siento la mujer más afortunada de la creación. Se me estira la cara en una inmensa sonrisa de oreja a oreja y no puedo dejar de reír. Don Ignacio se me queda mirando desde el altar... Y no puedo dejar de sonreír aunque creo que él me mira con preocupación. Y entonces le vuelvo a escuchar, esta vez a mi ángel que me dice: Tranquila, disfruta del privilegio, algún día todos podrán. 

Del privilegio.
¿Quién soy yo para tal privilegio? 
El trasto más grande de la creación.
Así me siento y entonces noto como me cubre con su misericordia y sé que no importa quien sea yo. Lo que importa es quien es Él. 
Y me ha elegido a mi para esto. 
Así que no voy a dejarme llevar por el desanimo, ni el miedo, ni la culpa. 
Y tampoco voy a rechazar mi don, aunque a veces se que debería de ponerlo a servicio de los demás y por miedo al rechazo humano me lo guardo para mi. Y en ese pensamiento estoy cuando mi ángel me dice: Eso también llegará. 




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